En las orillas de la sierra, los niños y niñas, ni tele ni internet para la escuela a distancia.

 

 

Ya lo decían en La Pesma: “si teniendo al maestro cerca, no aprenden, menos van a aprender si está lejos”.

Ese es el sentimiento que tienen las madres de familia cuando les cayó la carga de la educación escolar, encima de la educación comunitaria y familiar.

La tele pasa muy rápido y los niños no le dan alcance con su mente. Cuando apenas están pensando tantito, ya la tele se pasó a otro tema, dice Epifanio, el delegado de la organización en Chila Enríquez.

Y recorriendo las casas de Chila Enríquez en Texcatepec, no se ven televisores en todas las casas. Aquellas pantallas digitales que mandó Peña Nieto ya se descompusieron. Otra tele no se ha podido comprar, porque no hay trabajo en la pandemia. Lo bueno que hubo manovuelta y la milpa ya está cargadda de elotes.

Y por allí pasa corriendo una maestra de niña en niño, repartiendo las hojitas de las guías y recogiendo las tareas, porque otro modo no hay.

La experiencia bien clara de lo que pasa con la escuela en línea nos la platica Cirila Escamilla Teodoro, mamá de Vanessa, allí de la comunidad de Chila Enríquez.

 

En la voz popular escuchamos palabras semejantes. Es una tarea para maestros y gobiernos reconocer las limitaciones de escuela por el aire, y pensar de nuevo cuál es la verdadera educación.

 

 

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