La lluvia cae sobre las milpas en la Sierra Baja, pero se reparte dispareja.

Este año los campesinos de la parte baja están más contentos que el año pasado. El año 2019 fue un año de terrible sequía que dejó a varias comunidades como Apetlaco, y la Soledad sin maíz, en los municipios de Tlachichilco, Ixhuatlán de Madero y Texcatepec.

La gente se lanzó a sembrar desde el mes de mayo y todo junio, desde la Santa Cruz, San Isidro y San Juan. Todos y todas animadas por las lluvias que empezaron a caer a tiempo, aunque con poca abundancia.

La milpa es agradecida y solamente necesita que la tierra tenga jugo. Y luego, que la lluvia caiga al sembrar, al crecer las matitas y finalmente a la hora de espigar. 

Desde la comunidad de El Pericón nos avisan que el agua sigue cayendo con buen ritmo. Pero no es igual en todos los lugares. Son chubascos que caen aquí y luego allá. En una ladera pero no en otra, en una cañada sí y en otra no.

De Tzicatlán, Texcatepec nos dicen que algunas matas están amarillando porque la lluvia no cae pareja. La Mirra, Ayotuxtla y Chila Enríquez van bien, dicen los voceros.

La palabra nos llega de Zacarías Reyes López desde el Pericón.

 

El trabajo de las siembras ha sido grandísimo este año. Del tamaño de la esperanza y del deseo de tener alimento suficiente para las comunidades.

Por eso la oración y las celebraciones de la costumbre que se hacen desde Postectitla hasta Tzicatlán. Que si tenemos tanta amenaza por el Covid, tengamos la alegría de la buena cosecha, al menos…

 

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